Ya ha pasado el "tsunami" de las elecciones. Nada nuevo bajo el sol. Más de lo mismo. La única diferencia es que tratando de nacionalismos seguimos con unos muy pequeños, pero protestones, y otro cada vez más grande y poderoso, más acaparador y muchísimo más excluyente.
El bipartidismo se ha instalado definitivamente en esta sufrida parte de la vieja Europa. En el Estado Español tenemos dos partidos que compiten en la Liga de Campeones y el resto que juega en Regional Preferente y con campo de tierra. Los dos partidos mayoritarios han ocupado la mente de los ciudadanos bajo la consigna del miedo. Los unos; martilleando con el supuesto del retroceso democrático, los otros; con el miedo a la inmigración, al terrorismo y con aquello de "antes roja que rota". Ambos se pasan cuatro años hablando pestes sobre los malvados nacionalistas e independentistas que quieren desunir por siempre la España Grande y Libre. Claro que los que dan la cara a menudo en la pequeña pantalla (salvo en el caso de la derechona, derechona…) no acostumbran a atacar con obuses de calibre a los regionalistas periféricos, dejan este trabajo a los barones, que todo partido que se precie, tiene en la retaguardia para tal fin.
Cuatro largos años renegando y maldiciendo sobre las injustas demandas de los que quieren la ruptura. Cuatro años de encefalograma plano, de lavado de cerebro al buen ciudadano medio español que asume como verdadero que los nacionalistas periféricos son "el dimoni pelut" son avarientos, garrapos, quieren quedarse con el trozo de pan de Andalucía o Extremadura y que exigen cosas como que le digan lo que pagan al Estado y que, por tanto, publiquen las cuentas.
Pero cuando llegan las elecciones todo son promesas: publicarán las balanzas fiscales, arreglarán los trenes, darán cuatrocientos euros a cada ciudadano (¿y por qué se los han quitado antes del sueldo?), construirán no se cuantos miles de pisos para jóvenes, les darán dinero para los alquileres, harán todas las residencias de ancianos que sean necesarias. Es decir; lo mismo que prometieron hace 4 u 8 años y que aun no han cumplido…
Ya es de dominio público que muchos jóvenes de hoy en día repiten la cantinela aquella de que los independentistas son nefastos y los nacionalistas más. Afirman que romper un país en varios no es de recibo, cuando la globalización campea por todas partes e incluso llega, en forma de satélite artificial, hasta los anillos de Saturno. Está claro que los artífices de la llamada transición también han lavado el cerebro a nuestros hijos y nietos, con el beneplácito de los gobiernos de turno. Unos más que otros, para ser más exactos. La mayoría de profesores, que no maestros, han eludido la cuestión política en un intento poco digno de que nadie sepa en el futuro (hoy) que existe una cosa que se llama lucha de clases. Posiblemente porque se culpe a este concepto de los males de "las dos Españas" de Machado. Hay que olvidar… y tanto hemos olvidado que ya nos suena lejano aquello del derecho de autodeterminación de los pueblos o lo del Imperio de la Ley en las sociedades libres y que un grupo homogéneo de ciudadanos tiene el derecho a su libertad.
Por la misma causa los jóvenes actuales (en su gran mayoría) carecen de datos fidedignos sobre el sindicalismo. Ni les interesa. Nadie los ha motivado. Asisten resignados y dolidos a que les hagan contratos basura, incluso por horas y mal pagadas. Cuando les hablas de que hubo tiempos en que los sindicatos mayoritarios defendían a los trabajadores, ponen cara de incrédulos.
Podría decirles muchas cosas a los jóvenes que piensan así. Por ejemplo; que dentro de la supuesta democracia en la que estamos inmersos tendría que caber cualquier posibilidad, opinión o planteamiento político que se haga en libertad y pacíficamente. No puede ser. Pensar así es tan malo como poner una bomba lapa. Los separatistas no tienen cabida en la España uniformada. Sin embargo desde que acabó la Segunda Guerra Mundial (1945) cuéntense las nuevas naciones que han nacido en Europa, sin ir más lejos.
¿Qué pasa? Pues que estamos metidos en una democracia estatal ficticia en la que imperan unos enormes intereses que nos conducirán a un futuro calcado al de los Estados Unidos de Norteamérica, como máximo, sino ponemos coto al desvarío. Claro que Estados Unidos surgió de la nada hace poco menos de 300 años, los mismos que hace que Catalunya, por ejemplo, perdiera su libertad cuando había llegado a ser (hacía otros 500 años) la dueña del Mediterráneo. Creo que la diferencia es endiabladamente robusta y contundente. Pero no. Catalunya (por ejemplo) no tiene derecho a recordar su historia. España sí, donde nunca se ponía el sol fruto del abordaje, la rapiña y el asesinato.
Podría decirles también a esos jóvenes conformistas que es muy posible que el fracaso de la izquierda-izquierda española (léase Izquierda Unida) haya sobrevenido por el abandono sistemático que han hecho los sindicatos de clase de sus más imprescindibles obligaciones. El injusto y retrógrado sistema electoral que tenemos ha hecho el resto.
En definitivas cuentas el miedo a un futuro incierto, la desinformación sistemática incluso en las escuelas y universidades y los genes nacional-españolistas, han propiciado que el Estado Español salga triunfante (en formato de dos únicos partidos que cortan el bacalao) y acapare casi todos los escaños del Parlamento madrileño. Testigos son los enormes leones que conducen a los escaños. Por cierto: robados en su día a los sevillanos. 323 sillones de 350. Poder absoluto frente a cualquier movimiento insurgente. Estamos más atados que la pierna de un romano…
Mientras tanto los partidos minoritarios nacionalistas se pelean encarnizadamente entre sí, para regocijo de los que recaudan y mandan. Incluso dentro de los parlamentos de las propias autonomías históricas que anhelan independencia, unos quieren sobresalir sobre los otros e incluso se odian a muerte. Cuando son más las cosas que les unen que las que los separan, insisten en viejas rencillas, mientras los godos de las mesetas castellanas colocan a los suyos en los puestos de mando frotándose las manos con deleite.
Poco arreglo tiene el panorama a estas alturas. El nacionalismo está enfermo, el independentismo más. Parafraseando a una famosa locutora de radio: ‘ustedes que pueden dialoguen.’
El bipartidismo se ha instalado definitivamente en esta sufrida parte de la vieja Europa. En el Estado Español tenemos dos partidos que compiten en la Liga de Campeones y el resto que juega en Regional Preferente y con campo de tierra. Los dos partidos mayoritarios han ocupado la mente de los ciudadanos bajo la consigna del miedo. Los unos; martilleando con el supuesto del retroceso democrático, los otros; con el miedo a la inmigración, al terrorismo y con aquello de "antes roja que rota". Ambos se pasan cuatro años hablando pestes sobre los malvados nacionalistas e independentistas que quieren desunir por siempre la España Grande y Libre. Claro que los que dan la cara a menudo en la pequeña pantalla (salvo en el caso de la derechona, derechona…) no acostumbran a atacar con obuses de calibre a los regionalistas periféricos, dejan este trabajo a los barones, que todo partido que se precie, tiene en la retaguardia para tal fin.
Cuatro largos años renegando y maldiciendo sobre las injustas demandas de los que quieren la ruptura. Cuatro años de encefalograma plano, de lavado de cerebro al buen ciudadano medio español que asume como verdadero que los nacionalistas periféricos son "el dimoni pelut" son avarientos, garrapos, quieren quedarse con el trozo de pan de Andalucía o Extremadura y que exigen cosas como que le digan lo que pagan al Estado y que, por tanto, publiquen las cuentas.
Pero cuando llegan las elecciones todo son promesas: publicarán las balanzas fiscales, arreglarán los trenes, darán cuatrocientos euros a cada ciudadano (¿y por qué se los han quitado antes del sueldo?), construirán no se cuantos miles de pisos para jóvenes, les darán dinero para los alquileres, harán todas las residencias de ancianos que sean necesarias. Es decir; lo mismo que prometieron hace 4 u 8 años y que aun no han cumplido…
Ya es de dominio público que muchos jóvenes de hoy en día repiten la cantinela aquella de que los independentistas son nefastos y los nacionalistas más. Afirman que romper un país en varios no es de recibo, cuando la globalización campea por todas partes e incluso llega, en forma de satélite artificial, hasta los anillos de Saturno. Está claro que los artífices de la llamada transición también han lavado el cerebro a nuestros hijos y nietos, con el beneplácito de los gobiernos de turno. Unos más que otros, para ser más exactos. La mayoría de profesores, que no maestros, han eludido la cuestión política en un intento poco digno de que nadie sepa en el futuro (hoy) que existe una cosa que se llama lucha de clases. Posiblemente porque se culpe a este concepto de los males de "las dos Españas" de Machado. Hay que olvidar… y tanto hemos olvidado que ya nos suena lejano aquello del derecho de autodeterminación de los pueblos o lo del Imperio de la Ley en las sociedades libres y que un grupo homogéneo de ciudadanos tiene el derecho a su libertad.
Por la misma causa los jóvenes actuales (en su gran mayoría) carecen de datos fidedignos sobre el sindicalismo. Ni les interesa. Nadie los ha motivado. Asisten resignados y dolidos a que les hagan contratos basura, incluso por horas y mal pagadas. Cuando les hablas de que hubo tiempos en que los sindicatos mayoritarios defendían a los trabajadores, ponen cara de incrédulos.
Podría decirles muchas cosas a los jóvenes que piensan así. Por ejemplo; que dentro de la supuesta democracia en la que estamos inmersos tendría que caber cualquier posibilidad, opinión o planteamiento político que se haga en libertad y pacíficamente. No puede ser. Pensar así es tan malo como poner una bomba lapa. Los separatistas no tienen cabida en la España uniformada. Sin embargo desde que acabó la Segunda Guerra Mundial (1945) cuéntense las nuevas naciones que han nacido en Europa, sin ir más lejos.
¿Qué pasa? Pues que estamos metidos en una democracia estatal ficticia en la que imperan unos enormes intereses que nos conducirán a un futuro calcado al de los Estados Unidos de Norteamérica, como máximo, sino ponemos coto al desvarío. Claro que Estados Unidos surgió de la nada hace poco menos de 300 años, los mismos que hace que Catalunya, por ejemplo, perdiera su libertad cuando había llegado a ser (hacía otros 500 años) la dueña del Mediterráneo. Creo que la diferencia es endiabladamente robusta y contundente. Pero no. Catalunya (por ejemplo) no tiene derecho a recordar su historia. España sí, donde nunca se ponía el sol fruto del abordaje, la rapiña y el asesinato.
Podría decirles también a esos jóvenes conformistas que es muy posible que el fracaso de la izquierda-izquierda española (léase Izquierda Unida) haya sobrevenido por el abandono sistemático que han hecho los sindicatos de clase de sus más imprescindibles obligaciones. El injusto y retrógrado sistema electoral que tenemos ha hecho el resto.
En definitivas cuentas el miedo a un futuro incierto, la desinformación sistemática incluso en las escuelas y universidades y los genes nacional-españolistas, han propiciado que el Estado Español salga triunfante (en formato de dos únicos partidos que cortan el bacalao) y acapare casi todos los escaños del Parlamento madrileño. Testigos son los enormes leones que conducen a los escaños. Por cierto: robados en su día a los sevillanos. 323 sillones de 350. Poder absoluto frente a cualquier movimiento insurgente. Estamos más atados que la pierna de un romano…
Mientras tanto los partidos minoritarios nacionalistas se pelean encarnizadamente entre sí, para regocijo de los que recaudan y mandan. Incluso dentro de los parlamentos de las propias autonomías históricas que anhelan independencia, unos quieren sobresalir sobre los otros e incluso se odian a muerte. Cuando son más las cosas que les unen que las que los separan, insisten en viejas rencillas, mientras los godos de las mesetas castellanas colocan a los suyos en los puestos de mando frotándose las manos con deleite.
Poco arreglo tiene el panorama a estas alturas. El nacionalismo está enfermo, el independentismo más. Parafraseando a una famosa locutora de radio: ‘ustedes que pueden dialoguen.’
(Publicado en la Agenda Catalònia Acord del mes de marzo 2008)
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